El novillero fuengiroleño Juan Carlos Benítez se desplazaba el pasado martes a Sevilla para recoger un carro para sus entrenamientos. Se ‘orientó’ de que había tentadero en la ganadería de Juan Pedro Domecq, y allí se plantó. No solo pudo salir a una de las vacas, sino que se encontró con la sorpresa de coincidir con el maestro José Tomás.

«Llegamos con el tentadero empezado, y cuando vimos que el matador que estaba toreando era José Tomás, el compañero que me acompañaba y yo nos dimos hasta un abrazo de la emoción», relata al ser cuestionado por la experiencia después de compartir una fotografía con su ídolo en las redes sociales.

El tentadero constó de tres vacas, todas para José Tomas, «en la que nos permitieron salir a todos los que estábamos en la tapia». Benítez salió en la tercera, «que era espectacular, y más con el temple que le había imprimido el maestro».

Al terminar, se atrevió a sacar el teléfono móvil para pedirle una foto al diestro de Galapagar, que gustosamente aceptaba y compartían unas palabras sobre la coincidencia de la residencia de ambos en la Costa del Sol. «Me dijo que no vivíamos en mal sitio», recuerda.

Al margen de este casual y emotivo encuentro, el tentadero en la ganadería de Juan Pedro Domecq servía para fortalecer la preparación que Benítez mantiene de cara a una temporada 2022 en la que está firmemente decidido a tomar la alternativa. «Si Dios quiere, el julio me gustaría ser matador de toros».

Para estar preparado para ese gran día, sigue sumando fechas en lugares tan dispares como Portugal o México, hasta donde se desplazará en los próximos meses en busca de oportunidades que le ayuden a consolidar su preparación.

Aunque su concepto sea muy diferente al de José Tomás, seguro que el encuentro con el Maestro en el campo le ayudará a inspirarse para seguir creciendo como torero y alcanzar, algún día, esa maestría a la que todo novillero aspira.