La crisis del Coronavirus hace que los ganaderos den por perdida la temporada 2020 y envíen masivamente los toros al matadero. Criar un animal durante cinco años para llevarlo a la plaza tiene unos costes de 5.000 euros, y el precio de la carne no llega a 500.

La Crisis del Coronavirus ataca a todos los ámbitos, y la tauromaquia no podía quedar ajena a sus efectos. Evidentemente, sin poder celebrarse espectáculos de masa, programar una corrida de toros resulta a día de hoy una utopía. Con todo el sector paralizado, y sin terminarse procesos de adjudicación como en el que estaba inmersa La Malagueta, hay algo que no puede parar.

La vida no cesa en la dehesa, donde los toros bravos aguardaban el día en que tuvieran que saltar a un ruedo. Sin embargo, ante el cese de la actividad, su mantenimiento resulta inviable para cientos de ganaderos, que se ven abocados a enviar sus toros al matadero para quitar bocas que alimentar. Animales con todo su trapío, preparados para haberse lidiado en este inicio de temporada en Valencia, Sevilla, Madrid, o la propia Málaga.

“Llueve mal para todos”, expresa el ganadero antequerano Manuel Blázquez, quien quiere alejarse de lamentaciones. Sin embargo, reconoce que el panorama no es nada alentador, sobre todo para las que, como la suya, no son las grandes explotaciones. “El pienso nos cuesta igual a todos, y sin embargo el precio final del toro es distinto”, explica.

Ante esta situación, da por perdida la temporada de 2020, y prevé grandes consecuencias para las siguientes. El suyo no es un caso aislado, sino el de la totalidad de la cabaña brava española. Todas aquellas ganaderías que tenían astados con cinco años (con seis el Reglamento ya no permite su lidia) los están embarcando, asumiendo unas pérdidas insostenibles. Ante esto, “la única solución es replantearse la selección para aminorar las cabezas de ganado”, expone. Así, ya ha tomado la decisión de que los aproximadamente quince cinqueños que aguardan a formar parte de una de las 4 corridas reseñadas para este año “serán probados en la plaza de tientas y después irán al matadero”. Blázquez, al menos, dará la opción de reservar alguno de ellos como semental, algo que no está sucediendo en otras ganaderías que están desechando toros vírgenes (sin torear) y sin ningún defecto.

A partir de ahora, y siendo consciente de que la crisis económica va a perjudicar a espectáculos de alto costo como son los toros, la selección será mucho más exigente. “Para 2021 dejaré solo unos doce animales, los que más me gustan, por si existe la opción de lidiar dos corridas”. También los novillos mermarán en número, no esperando una normalización del sector a corto plazo. “Lo malo, es que ahora estamos reduciendo gastos, pero a la larga también estamos reduciendo ingresos”, se sincera.

En el fondo, el gran problema está en los costes de crianza. “Poner un toro en cinco años para que vaya a la plaza cuesta, mínimo, 5.000 euros”, indica el ganadero. Las carnes, por el contrario, “no llegan a los 500 euros”. Por si fuera poco, este envío masivo de toros al matadero está incrementando el stock de carne, lo que ha causado un desplome sin precedentes de los precios del mercado.

Las cuentas no salen. Y hay que seguir abonando los piensos, manteniendo trabajos directos como el del mayoral y el vaquero, así como otros indirectos como los servicios veterinarios o de mantenimiento de la dehesa.

El manejo del toro bravo en esta finca de La Saucedilla, a los pies del Torcal, donde pastan las reses de Blázquez, no puede parar. Aquí no se entiende de confinamientos, ya que los animales necesitan de cuidados diarios. “Aquí para hacer un ERTE antes hay que quitar a todos los toros”, sentencia. Antes que hacer esto, “que será el camino que inevitablemente tengan que tomar muchas ganaderías”, él ha optado por “realizar una selección mucho más exhaustiva que la que se ha realizado hasta ahora, en la que iba lidiando todo en función de las exigencias de cada plaza”.

También tendrán que llegar las ayudas de la administración, para lo que ya se han mantenido contactos con el Ministerio de Cultura. Representantes de ANOET (Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos), la Fundación del Toro de Lidia, la Unión de Criadores de Toros de Lidia, la Unión de Toreros y la UNPBE (Unión Nacional de picadores y banderilleros de España) han exigido medidas que se puedan aplicar para cubrir las lagunas en la protección de los profesionales del sector, la inclusión de la tauromaquia en las medidas que se vayan aplicando a las industrias culturales, así como a valorar medidas específicas para la tauromaquia.

Asimismo, se han establecido canales directos de comunicación a todos los niveles entre el sector taurino y el Ministerio de Cultura, que ha reconocido la importancia de la tauromaquia no solo como patrimonio cultural sino por su conexión con la ecología, el medio ambiente y su importancia también en la fijación de población en el medio rural.

En concreto, la Unión de Criadores de Toros de Lidia ha solicitado también al Ministerio de Agricultura una serie de medidas que palien el desgaste económico que esta crítica situación va a generar en el sector. En primer lugar, piden ayudas directas a la producción con destino a la cadena alimentaria, como sucede con otros sectores ganaderos, y también para atenuar “la pérdida del valor cultural, genético y medioambiental de las ganaderías de bravo”, que aseguran que basa el 90 por ciento del precio de su producto. Del mismo modo, proponen la consideración a las explotaciones de bravo dentro del paquete de ayudas para facilitar liquidez el mantenimiento del empleo.

Para la Unión de Criadores las cuentas son claras. “De cancelarse la temporada taurina española por la epidemia del Coronavirus, las pérdidas del sector podrían superar los 77 millones de euros”. El cálculo de esa cifra viene derivado por el coste medio de los más de 7.000 toros, cuatreños y cinqueños, previstos para lidiarse esta temporada, y del mantenimiento de los añojos, erales, y utreros y vacas de vientre que quedarán en el campo. Estamos ante tiempos de vacas flacas. Nunca, tristemente, mejor dicho.