La corrida de Torrealta lidiada este jueves en Algeciras es capaz de llevarse por delante las ilusiones de cualquiera. Faltos de raza y de fuerza, uno tras otro fueron repitiendo el mismo patrón para desesperación de todos. El malagueño Salvador Vega estuvo muy por encima de las circunstancias en una tarde de firmeza y honestidad. Roca Rey, más que nunca, demostró que le sirve cualquier cosa; y Pablo Aguado puso voluntad.

FOTOS: Eva Morales (Espectáculos Carmelo García)

El primero de la tarde mostró su falta de fuerzas nada más saltar al ruedo de Las Palomas. Su condición impidió lucir con el capote a Salvador Vega; tendiendo además a vencerse por el pitón izquierdo. El de Manilva, vestido de blanco y plata con cabos en negro, volvía a enfundarse un vestido de torear dos años después, y se lo sacaba al tercio al inicio de la faena para intentar sacarle partido por el derecho. El único medio potable. Siempre bien colocado y en plenitud física, el estilismo de Vega se atisbó por momentos, pero el de Torrealta fue siempre a menos y no permitió llegar a la excelencia. La gran estocada determinó la concesión de una oreja.

Precioso fue el recibo capotero que le daba Vega a su segundo, a pies juntos, bajando las manos con desmayo, y ganándole terrenos hasta la misma boca de riego. Puro manjar al que tantas tardes nos acostumbró a lo largo de sus ya veinte años de alternativa. Confió en que le iba a ayudar, y brindó al público al coger la muleta. Pero todo lo bueno que había hecho en los primeros tercios pareció olvidársele de repente. El de Torrealta, siguiendo la línea de una decepcionante corrida, nunca se entregó al engaño que le presentaba el malagueño. Con el compromiso de quien se tiene que jugar su carrera en una tarde, fruto de su honestidad torera, se la jugó pisando unos terrenos en los que lo único que se podía llevar era una voltereta. Con todo, se inventó una faena en la que todo lo tuvo que poner el matador ante un toro que no puso nada de su parte. Tampoco en la suerte suprema, lo que le privó de haber abierto la Puerta Grande.

El colorado que hacía segundo se lastimó una mano tras un escalofriante quite por chicuelinas y tuvo que volver a los corrales. Con el sobrero, Roca Rey quedó inédito con el capote, no pudieron repetir lo que había apuntado con el titular antes de quebrantarse. Lo dejó todo para la muleta, iniciando la faena con una tanda ligada de rodillas, pasándoselo hasta en dos ocasiones por la espalda. Ya en los medios, quiso poner la emoción que le faltaba a su oponente. Tras una fase intrascendente, el público respondía alborotado en la fase final en la que se metía entre los pitones. Eso, y la estocada fulminante, le abrían la Puerta Grande con dos orejas.

El incierto quinto, que sabía siempre lo que se dejaba atrás, habría hecho pasar un mal trago a todo el escalafón. Pero Roca Rey está ahora mismo a otro nivel. Cuando todos le pedían que abreviara, en un gesto de vergüenza de máxima figura del toreo, se la jugó sin ambages en unos instantes en los que se reflejaba la verdad de esta fiesta. Fue milagroso que no se lo echara a los lomos, y de no haberse demorado con el descabello seguro habría sumado algún trofeo más.

El tercero fue otro inválido que no podía con el rabo. Lo quiso cuidar Pablo Aguado llevándolo por alto para no quebrantarlo. Lo mantuvo en pie, y conforme avanzaban las tandas quiso bajarle más la mano, pero su cuestionable colocación fue un obstáculo insalvable para que el conjunto tuviera la mínima enjundia que se le debe a exigir a un torero con la clase y las virtudes del sevillano. En su caso, la estocada, aunque efectiva, cayó desprendida; no atendiéndose la generosa petición de la afición algecireña.

El sexto, con casi tres horas de festejo, se hizo largo para todos… Dos templados lances capoteros de Aguado fue el único rédito que pudo obtener de otro todo podrido. Quiso justificarse, gustarse en las medias embestidas que le regalaba el de Torrealta. Esos destellos de su estética llegaron como ráfagas en el final de un trasteo rubricado con una estocada perpendicular y desprendida. Precisó de cuatro descabellos y se enfrió todo lo que se pudo caldear.

  • Plaza de toros de Algeciras.
  • Feria Real.
  • Se lidiaron seis toros de Torrealta, el segundo como sobrero, de muy pobre juego.
  • Salvador Vega: estocada (oreja) y dos pinchazos y media estocada (ovación tras aviso).
  • Roca Rey: estocada (dos orejas) y estocada y cinco descabellos (ovación tras aviso).
  • Pablo Aguado: estocada desprendida (ovación) y estocada perpendicular y desprendida y cuatro descabellos (palmas tras dos avisos)
  • Saludó Antonio Chacón al banderillear al segundo, y Viruta en el quinto.