La plaza de toros de Estepona tenía este domingo 10 de julio una digna conmemoración de su 50 Aniversario. La afición respondió a la gran propuesta de la empresa y llenaba los tendidos para disfrutar de una gran corrida de toros a la que contribuyó un noble encierro de Juan Pedro Domecq, ante el que brillaron, cada uno fiel a su estilo, los diestros Morante de la Puebla, David Galván y Andrés Roca Rey. Guiñol, quinto toro de la tarde, fue indultado.
FOTOS: David Bracho
Pudo abría plaza, lanceando con los vuelos sueltos a la verónica y cerrando con un original serpentín. Tras parear con solvencia el malagueño Juan José Trujillo, brindaba la faena al premio nobel Mario Vargas Llosa, para iniciar una labor pinturera de inicio con un molinete y un farol. El de Juan Pedro Domecq, tan noble como parado, condicionó una faena con templados derechazos de uno en uno. Firme y siempre bien colocado, la actuación no pudo redondearse por el pitón izquierdo, por donde se quedaba corto. Con todo, a buen seguro habría tocado pelo de haber estado certero con los aceros.
Quiso justificar a las primeras de cambio David Galván su presencia en el cartel en sustitución de José María Manzanares. Lucido con el capote tanto en el recibo como con un ajustado quite por chicuelinas de mano baja, tras saludar en banderillas Víctor Nieto; comenzaba apabullando con la muleta, muy vertical a pies juntos. Todo a media altura en la primera parte de la faena, con gusto y transmisión, potenció las virtudes del astado para ir ganando en exigencia y profundidad en el toreo al natural; siendo seguida con pasión por un público ávido de disfrutar del toreo. Precisó de dos golpes de descabellos tras una estocada completa, lo que no impidió que paseara el primer trofeo del festejo.
El tercer Juampedro de la tarde salía desentendido con el capote, lo que no era obstáculo para que Andrés Roca Rey pudiera realizar un alarde de quietud en un variado quite que incluía chicuelinas y gaonera. En este caso, saludaba tras parear Antonio Chacón, dando paso a una faena iniciada de rodillas ligando la tanda con una facilidad pasmosa. Fue el inicio de todo un catálogo de la tauromaquia del peruano, siempre asentado al piso en el centro del anillo, y dejando naturales largos y recursos que enarbolaron los tendidos como los pases cambiados por la espalda. Aprovechó al máximo la nobleza de su oponente, poniendo la guinda con una estocada recibiendo que le aseguraba la puerta grande tras la concesión de las dos orejas.
Sorprendía Morante de la Puebla recibiendo al segundo de su lote con una larga cambiada con una rodilla en tierra; ofreciendo a continuación con el percal chicuelinas cadenciosas y delantales con majestad. Ya con la franela, quiso ayudar a su oponente con ayudados por al toro, dejando en todo momento patente que se encontraba a placer en la cara del bonacible animal. La magia del temple quedaba patente en el toreo en redondo, lástima que la poca fuerza del toro no le permitiera bajarle la mano. Ratificó que, después de tantos años de alternativa, el sevillano sigue siendo un torero en constante evolución con las manoletinas finales antes de dejar una estocada algo caída recibiendo. Las dos orejas hacían justicia a su predisposición durante todo el festejo.
El punto álgido del festejo llegaba con la salida al ruedo de Guiñol, herrado con el número 11, y que finalmente sería indultado. Con él, triunfó David Galván, que desarrolló una faena vibrante fundamentalmente por el pitón izquierdo. El diestro gaditano supo explotar sus virtudes, y también tapar sus defectos, fundamentalmente el cabeceo y la tendencia a escarbar. Cumplió con un puyazo que recibió, y a la muleta se fue largo y embistió con boyantía. El conjunto, variado y muy bien hilvanado, fue seguido con júbilo por los aficionados que solicitaron al unísono el perdón al toro, que era concedido sin mucha necesidad de insistencia por el alcalde del municipio, José María García Urbano, que ejercía la presidencia. Paseó los máximos trofeos simbólicos entre gritos de ¡torero, torero!.
El último fue el más parado del encierro, lo que no fue impedimento para que Roca Rey completara el festín en la noche esteponera. Fue un oponente propicio para que el peruano realizara una faena de cercanías, dejándose acariciar los muslos con los pitones del astado, y volviendo a emocionar a una afición que se marchaba del coso con la satisfacción de haber sido partícipes de una gran fiesta, la que merecía el 50 aniversario de una plaza que ha sido testigo de la época dorada de la tauromaquia en la Costa del Sol. Una historia que, según lo vivido, sigue muy viva.
- Plaza de toros de Estepona, cincuentenario del coso.
- Se lidiaron reses de Juan Pedro Domecq, correctas de presentación y nobles pero juntas de fuerza en su conjunto. El quinto, de nombre Guiñol, fue indultado.
- Morante de la Puebla: pinchazo, media estocada y dos descabellos (ovación) y estocada caída recibiendo (dos orejas).
- David Galván: estocada y dos descabellos (oreja) y dos orejas y rabo simbólicos tras indulto.
- Roca Rey: estocada recibiendo (dos orejas) y pinchazo y media estocada (oreja).
- Saludaron en banderillas Víctor Nieto, Antonio Chacón y Javier Ambel.
- La plaza registró un lleno en tarde noche calurosa.
- David Galván sustituyó al anunciado José María Manzanares.