Enrique Ponce decía su adiós definitivo a la plaza de toros de La Malagueta con una actuación en la que, si bien no pudo terminar de redondearse por el juego de las reses de Juan Pedro Domecq, sí que pudo recibir el cariño de un público que siempre le ha idolatrado. Juan Ortega, que se postula como sucesor del valenciano en lo que a torero predilecto de la afición malagueña se refiere, paseó el único trofeo de una tarde en la que tanto él como Morante de la Puebla brillaron en el toreo de capote.

FOTOS: Arjona / Lances de Futuro

Albergó ilusiones sobre el desarrollo de la tarde el primer toro de Juan Pedro Domecq, noble. Noblísimo. Solo su falta de fuerza, acrecentada con una inoportuna voltereta en el tercio de varas, era el hándicap que presentaba para poder ver algo grande. Enrique Ponce, fiel a su concepto, desarrollaba una faena elegante que por momentos recordó algunas de las grandes tardes con las que ha deleitado a lo largo de su dilatada carrera. El toro tardó en caer tras una estocada defectuosa, y eso enfrió la petición que se preveía.

Una clamorosa vuelta al ruedo fue el reconocimiento a toda una carrera en la cima del toreo para Enrique Ponce; haciendo de La Malagueta una de sus plazas fetiche. ‘Visigodo’, último toro estoqueado por el maestro de Chiva en este coso, fue brindado a su compadre Javier Conde; uno de sus grandes vínculos con la ciudad. El animal, descastado y desclasado, no era apto para el triunfo; y aún así lo intentó. Con la ambición de quien está empezando, casi treinta años después.

Le dio, o se dio, dos oportunidades Morante de la Puebla al primero de su lote en el recibo capotero. Persistió y terminó por extraerle esas verónicas que tanto ansiaba y que tanto agradaron a los aficionados. Tras parear brillantemente Joao Ferreira, que tuvo que saludar, arrancaba una faena ante un toro noble pero con poco recorrido. La falta de fuerza, en primera instancia, también la expresó echando la cara arriba; pero el sevillano estaba inspirada y dispuesto a desplegar su torería en La Malagueta. Surgieron lances con empaque por ambos pitones, fundamentalmente en el toreo al natural, y algunos remates como los pases de pecho o las trincherillas con sabor. La estocada al encuentro cayó muy baja, y con eso no se puede cortar una oreja en una plaza de primera.

El quinto de la tarde fue una birria de toro. Fue imposible darle ni una verónica, al echarle la cara arriba y apretarle por los adentros. Totalmente descastado, no merecía el esfuerzo que hizo Morante de la Puebla delante de él; demostrando que se encuentra obsesionado por encontrarse en la cara del toro, y más en una plaza que, pese a sus desavenencias históricas, siempre se espera y se entrega a la más mínima que puede desarrollar su inconfundible concepto del toreo.

No es un tópico eso de que Juan Ortega para los relojes cuando torea a la verónica. En su primero así lo hizo, reventando la plaza con una dulzura en el lanceo del percal asombroso. Volvió a ratificarse, con permiso de Morante, como el capotero número uno del momento dotando a las chicuelinas con las que lo llevó al caballo de una elegancia y dulzura impropia de este lance. Conforme avanzaba la lidia se iba mostrando más el carácter desrazado del ‘juampedro’, más que justo de presencia, y que para colmo se lastimó la mano derecha hasta el punto de inutilizarse y hacer imposible la misión de hacerle faena.

En el sexto, rendía memoria al maestro Ordóñez en el recibo de capote genuflexo, que tantas veces ejecutara en su Malagueta. La media de remate fue sublime, marcando los tiempos; y poniendo las espadas en alza para todo lo que tenía que llegar. El toro, brindado al director de Asuntos Taurinos de la Diputación, Borja Ortiz, presentó movilidad en los primeros compases de la faena, propiciando un inicio lleno de elegancia junto a tablas. Nada más sacarlo al tercio, el animal se paró, echando por tierra las grandes esperanzas que había de disfrutar de una obra de arte. Dejó grandes pinceladas, a modo de templados muletazos, en una actuación premiada con el único trofeo del festejo.

  • Plaza de toros de La Malagueta. Tercera de abono de la Feria de Málaga. Corrida de toros.
  • Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y juego. Nobles primero y segundo, y descastados el resto.
  • Enrique Ponce: estocada desprendida (ovación tras leve petición) y pinchazo y estocada desprendida (vuelta al ruedo).
  • Morante de la Puebla: estocada baja (ovación tras petición) y tres pinchazos y estocada (silencio).
  • Juan Ortega: estocada corta (palmas) y estocada desprendida (oreja).
  • Casi lleno en tarde agradable.
  • Saludó Joao Ferreira tras banderillear al segundo de la tarde.