La plaza de toros de Muro, en Mallorca, se vestía de fiesta este domingo 14 de septiembre para conmemorar el 30 aniversario de la alternativa de Javier Conde. Tras ocho años de inactividad, regresaba la fiesta al singular coso balear para vivir un gran acontecimiento. Solo la espada privó al diestro malagueño de acompañar en el triunfo a sus compañeros David de Miranda y Marco Pérez.
Entendió muy bien David de Miranda, sustituto de Morante de la Puebla, al primero de Álvaro Núñez. Abrió cartel por tener programado un viaje a Perú, y realizó todo un alarde de quietud. El impávido quite por gaoneras fue solo un preámbulo de lo que vendría en la faena, metido sin miramientos entre los pitones hasta ser prendido sin consecuencias. De vuelta a la cara del burel, siguió pasando los pitones a milímetros con la pasmosa facilidad con la que empieza a acostumbrarnos. La misma contundencia mostraba a la hora de matar, y sumando dos orejas que le abrían una puerta grande que no pudo disfrutar.
Nuevamente hierático con el percal, el onubense iniciaba con una rodilla en tierra la faena a su segundo, brindada en este caso a Conde. Le faltó empuje al de Garcigrande, lo que no fue impedimento para que De Miranda hiciera una nueva exhibición de valor dentro de su toreo vertical. Sumaba otros dos apéndices a su esportón, a pesar de que la espada cayó desprendida.
Javier Conde, arropado por buenos amigos como el maestro Enrique Ponce, se medía en primer lugar a un sobrero de Núñez del Cuvillo. El titular de Román Sorando se partió un pitón nada más salir. En tan emotiva tarde, brindaba a su padre Curro Conde para, sin probaturas comenzar a torear en redondo. Con la misma clase, con su personalidad única. Ver dejárselo llegar de lejos para instrumentarle el pase de las flores nos hizo rejuvenecer a todos los que hemos disfrutado durante estas tres últimas décadas de su tauromaquia. La espada se llevó un triunfo de tronío.
Aunque el alma ya estaba saciada, Javier Conde quería volver a reencontrarse en el quinto. Estaba lastimado de una pata el de El Capea, pero el malagueño lo mimó para poder sacarle derechazos con gusto y temple. Con poso y la misma afición que el primer día, dejó sus destellos de siempre. Solo la espada le privó nuevamente de haber redondeado el triunfo.
Recibía Marco Pérez por delantales al tercero de la tarde, con el hierro de El Pilar. Fue el inicio de su vistosa labor capotera. Con la muleta, tras brindar a Conde, se la puso delante para lavarlo atrás y aprovechar la boyantía de un animal excepcional. La afición balear vibró con el jovencísimo espada salmantino en una faena variada y de gran dimensión. Prolongó intentando forzar un indulto no concedido. Enterró el acero para, pese a precisar de cuatro golpes de verduguillo, obtener dos orejas y, esta vez sí, una merecida vuelta al ruedo al astado.
La afición mallorquina, ávida de toros, volvió a disfrutar con Marco Pérez en el sexto. Su presencia en el ruedo y lo que se estaba viviendo en los abarrotados tendidos, pone de manifiesto la buena salud de la tauromaquia aún en los lugares más alejados de la tradición. Su solvencia con un animal parado mostró un registro diferente en la corta distancia, pero igualmente válido para seguir creciendo en su prometedora carrera. Las ajustadas manoletinas finales fueron cruciales para obtener los máximos trofeos tras estocada y descabello.
- Se han lidiado toros, por este orden, de Álvaro Núñez, Núñez del Cuvillo (sobrero de uno de Román Sorando), El Pilar (premiado con la vuelta al ruedo), Garcigrande, El Capea y Monte La Ermita.
- David de Miranda: estocada (dos orejas) y estocada desprendida (dos orejas).
- Javier Conde: tres pinchazos y estocada (ovación) y dos pinchazos y estocada (ovación).
- Marco Pérez: estocada y cuatro descabellos (dos orejas) y estocada y descabello (dos orejas y rabo).
- Se alteró el orden de lidia al tener que viajar David de Miranda, que sustituía a Morante de la Puebla, a Perú para cumplir otros compromisos profesionales.
- Lleno de no hay billetes.