Nueve años después volvía Fortes a la Feria de San Fermín. Y lo hacía para marcharse a la puerta de toriles nada más romperse el paseíllo. Toda una declaración de intenciones para reconquístar Pamplona con la corrida de La Palmosilla. Y vaya si lo consiguió. Dos faenas de distinto calado pero con el premio idéntico de una oreja le servían para salir a hombros junto a Fernando Adrián tras lidiar un interesante encierro del hierro gaditano.
Tras el recibo a porta gayola del que abría plaza, Fortes se estiraba a la verónica en un estético inicio capotero rematado con una media a pies juntos llena de garbo. Comenzaba a llover cuando llevaba al toro al caballo por tafalleras. Lo quiso cuidar, porque el animal atisbaba clase, pero también estar justo de fuerzas. Se acordaba de los compañeros heridos este fin de semana (el matador Rafaelillo y el novillero Sergio Rollón particularmente), antes de brindar al público, y volver a plantarse de rodillas para torearlo con temple en una primera tanda por el pitón derecho. Descomponía el viento los naturales, retomando pronto a la diestra con cuajo y gusto; sobresaliendo los pases de pecho con majestad. Las ajustadísimas manoletinas le ponían el triunfo en bandeja, tirándose a matar con determinación para dejar la espada en todo lo alto. Oreja de justicia la lograda por Fortes ante un buen burel.
‘Ardoso’ era el toro de la merienda. Un reto añadido dentro de la particular idiosincrasia de esta plaza. Quiso llamar la atención Fortes con un original recibo por alto con el capote cogido por la esclavina. Los mozos estaban a lo suyo, llenándose la tripa y regándolo con vino. Pero en el ruedo había un torero que también estaba a lo suyo, que no era otra cosa que sumar el trofeo que le faltaba para salir glorioso por la Puerta Grande. Por eso pidió una silla y le dio lo dos primeros lances sentado. El astado había mostrado poca fuerza en los primeros tercios, y había que administrar la altura y las distancias. Penalizo en demasía la sosería del astado, a pesar de la más que correcta ejecución técnica que le aplicó el malagueño durante toda la lidia. Le sacó mucho más de lo que tenía, exprimiendo en un arrimón final antes de apurar sus opciones con ajustadísimas bernardinas antes de entrar a matar. Le puso el pitón en el cuello, y es cierto que la estocada cayó baja, pero la afición premió la efectividad y con todo se le concedía por petición mayoritaria otro trofeo que le ayuda a consolidar una temporada que tiene que sembrar raíces para un futuro próspero.
Recibía Fernando Adrián al segundo de la tarde con una larga cambiada en el tercio. También brindaba al público un toro que había mostrado en los primeros tercios menos clase que su predecesor. Se vino largo en los primeros compases de la faena de muleta, aunque no se entregaba al engaño que le presentaba el diestro. Con la disposición con la que hay que acudir a plazas como Pamplona, el madrileño estuvo todo lo lucido que se podía ante semejante oponente… aunque lo deslucía todo con un pésimo uso de los aceros.
En su segundo, Fernando Adrián no tenía otra que ir a por todas. Tras unos primeros tercios en los que no terminaba de definirse en el La Palmosilla, apostaba por él plantándose de hinojos y pasándoselo dos veces por la espalda. Había materia prima, pero había que administrarlo porque estaba justo de fuerzas. Pero Pamplona no es buen sitio para medias tintas, y el diestro quiso darlo todo. En un desplante, era prendido y zarandeado dramáticamente. En su regreso a la cara del toro, con la emoción a flor de piel, fue el torero el que puso toda su raza y, con una estocada fulminante, revertia el discurrir de su tarde cortando dos orejas que le permitían acompañar a Fortes.
Quitó Fortes por chicuelinas y tafalleras al tercero de la tarde, como preámbulo a la faena de Ginés Marín. Otro toro con calidad en estos primeros compases del trasteo por ayudados por alto sentado en el estribo, y el extremeño le atacó pronto por el pitón derecho. Pero el pitón bueno era el izquierdo, por donde llegaron naturales despaciosos. Poco a poco fue exigiéndole más, y el de La Palmosilla se fue creciendo para expresar su casta sobre la arena del coliseo navarro. Por contra, al verse podido terminó por rajarse y deslucir la meritoria actuación de Marín.
Marín tenía su último cartucho en el sexto de la tarde, un serio astado de La Palmosilla que mantuvo la lidia del encierro, desplazándose pero avisando de que la gasolina estaba en la reserva. Comenzaba la faena de muleta de rodillas en el tercio, estando a la altura de la exigencia del animal. No tiró de efectismos, sino que por el contrario se mantuvo fiel a su concepto clásico del toreo; ofreciendo una actuación de entidad que, con todo el mérito, era reconocida con una oreja tras un pinchazo y una buena estocada.
- Plaza de toros de Pamplona. Feria de San Fermín 2025.
- Se lidiaron toros de La Palmosilla, bien presentados y de buen juego en general. Acusó poca fuerza en líneas generales.
- Fortes: estocada (oreja) y estocada caída (oreja).
- Fernando Adrián: tres pinchazos, media y ocho descabellos (silencio tras aviso) y estocada (dos orejas tras aviso).
- Ginés Marín: pinchazo y estocada (silencio tras aviso) y pinchazo y estocada (oreja).
- Lleno en tarde tormentosa en sus dos primeros toros.