El novillero de Fuengirola encara la recta final para un compromiso en Málaga marcado por la responsabilidad, la ilusión y un nuevo terno muy personal.

TEXTO: Javier Gallardo

A escasos días de que suene el pasodoble “Pan y Toros”, hablamos con Curro Márquez que volverá a la Malagueta el próximo domingo tras su última actuación en el año 2018. A pesar de vivir tiempos difíciles y haber sufrido también el parón provocado por la pandemia, se mantiene ilusionado y continuando con su preparación. Se siente responsabilizado y con ganas de demostrar el momento que está atravesando. “Siento responsabilidad, sabemos que Málaga tiene su responsabilidad e importancia; ilusión y las ganas de que un novillo me permita realizar el toreo que siento para que Málaga me vea en plenitud”, afirma.

Al hablar de la responsabilidad es consciente de que, en tiempos de pocos festejos en el escalafón de novilleros con picadores, esta es una gran oportunidad. “Hay que agradecer que es una de las pocas ferias en la actualidad que da una novillada con picadores y que cuenta con los toreros de la tierra”, apunta. A eso le suma que Málaga es una plaza de primera categoría y sabe que el día del festejo todo el mundo estará pendiente de lo que en ella suceda. “Tengo la responsabilidad de poder demostrar que sigo aquí, que por mucho que pase el tiempo sigo luchando por mis sueños”, declara.

En todo este tiempo reconoce que ha adquirido la madurez que le faltaba y que le ayuda a redondear su concepto. “He ido ganando un poco más de profundidad, he ido puliendo cosas de mi concepto y me he ido reencontrando con mis sentimientos. Málaga se va a encontrar con un Curro Márquez más puro y con más profundidad que todos estos años atrás”, asegura. En todo este proceso, el novillero de Fuengirola también reconoce que ha corregido carencias que tenía su toreo. Respecto a esto dice: “He depurado muchos defectos que tenía, aunque sigo manteniendo otros, pero he pulido muchos que años atrás me han pasado factura”.

Curro Márquez, en La Malagueta en 2017.

Cree que el toreo, hoy en día, carece de rivalidad y que festejos como este son una buena oportunidad para que se vuelva a hacer patente. “La rivalidad, siempre desde el respeto y dentro del buen sentido, es lo que enganchaba a la gente y yo creo que el aficionado necesita percibir eso”, confiesa. La variedad de conceptos que el domingo se harán presentes sobre el albero de la Malagueta también lo ve como un aspecto positivo para ello. “Hay una cosa muy buena, somos seis novilleros y ninguno nos parecemos. Yo voy a aportar mi concepto del toreo, mis ganas y también mi ilusión”, recalca.

Su compromiso en Málaga estará marcado personalmente por un nuevo traje de luces en el que se estrecharán, una vez más, los lazos entre el mundo del toro y las cofradías de nuestra ciudad. “Es un vestido nuevo que tiene la peculiaridad de llevar el bordado de la túnica de mi Cristo de la Misericordia. Es algo muy significativo para mí y creo que va a gustar”, comenta. También está muy ligado a la Hermandad del Descendimiento, cuya capilla se encuentra junto a la Malagueta. “Tengo el gran privilegio de poder ir a rezar a mis titulares del Descendimiento antes de jugarme la vida. Es un momento íntimo y a la vez difícil, y uno tiene que refugiarse en la fe”, concluye.