La magia rodeaba a la Corrida de Candiles de Marbella. Tras más de cuatro décadas, se acababa el papel ante uno de los mejores carteles que hoy en día se puede ofrecer. A la penumbra, con la luz de las velas, se daban las primeras pinceladas de lo que, en su conjunto, debía ser una gran obra de arte. La apoteósis desbordaba las emociones en una noche para el recuerdo, con un histórico Morante que tras ser cogido cortaba dos orejas y rabo. Dos trofeos pasearon también Juan Ortega y Pablo Aguado.
FOTOS: Arenal Marbella
Si los prolegómenos fueron inmejorables, el inicio del espectáculo fue sublime con un Morante de la Puebla majestuoso en el toreo a la verónica. Brindaba a Fermín Bohórquez, que como empresario es uno de los grandes responsables de la brillante recuperación de esta plaza. Y a torear. Con torería, que parece una redundancia, pero no lo es. Parecía hacer fácil lo difícil, toreando despacio por ambos pitones y con las zapatillas siempre muy asentadas. No fue sencillo el animal, aunque el maestro lo toreara como si fuera de vacas. Con la espada fue otro cantar.
La locura estaba por llegar. Lanceaba con suavidad a la verónica, en banderillas saludaba Curro Javier, y con la muleta… Se plantaba de rodillas con ayudados por alto, cerrando la serie con dos trincherillas y un afarolado que ya ponían a la plaza de pie. Bordaba el toreo pasándose muy cerca de los pitones. Abandonando el cuerpo, paraba el tiempo en redondo. Firme al natural, era volteado dramáticamente como consecuencia de su exposición. Arrebatado, dormía la embestida del toro en una muestra más de su genialidad. Enterró la espada y el fervor se apoderaba de unos tendidos que solicitaban de forma unánime las dos orejas y el rabo como premio a un torero único.
También quiso Juan Ortega impregnar de toda la despaciosidad posible al toreo a la verónica en el primero de su lote, ganándole terreno hasta los medios. No quiso quedarse atrás Pablo Aguado, propiciando un bonito duelo a quites por chicuelinas y tafalleras respectivamente. Brinda al maestro Paco Ojeda (quien precisamente en 1984 había logrado el último lleno en esta plaza junto a Paquirri), para realizar un bellísimo inicio de faena por bajo con todo el compás posible. Le dio tiempo y sitio, para lograr cuajarlo fundamentalmente al natural, con mucho temple. Lástima que duró poco el de Garcígrande, que acusó todo lo que se le exigió durante la lidia. Aún tendría que tragarse una tanda de manoletinas con una rodilla en tierra, como excelso epílogo a una faena rubricada con una estocada corta que le valía para cortar la primera oreja del festejo.
Tras la conmoción por el lío de Morante, y tras entrar el diestro cigarrero por su pie a la enfermería, certificaba Juan Ortega una actuación de buen nivel capotero. Entregadísimo, fue pausando la embestida de su oponente en una faena a la que le puso toda la torería que estaba de su parte. Protestaba el animal, desluciendo algunos pasajes de la actuación del matador. Pero la inspiración estaba por encima de las adversidades, y el aura de los candiles ayudaba. Tras un pinchazo, peligró su puerta grande, aunque al final ninguno saliera en volandas por solidaridad con el dolorido Morante. Una estocada al segundo intento le hacía sumar a Ortega un segundo apéndice al conjunto de una noche de esfuerzo colectivo.
No terminó por definirse el primero de Aguado en los primeros tercios, derribando al picador y lesionando tras una voltereta a su subalterno Diego Román, que sufría una fractura de muñeca. Apostó, sin embargo, con un inicio por ayudados por alto sentado en el estribo que marcaba el comienzo de una faena con muletazos de calidad a media altura. No fue un trasteo de tandas rotundas, entre otras cosas porque el burel nunca se entregó, pero sí de muletazos sueltos con calidad por ambos pitones. La efectividad con los aceros, aún cayendo contraria la estocada, fue reconocida con máxima benevolencia al concedérsele las dos orejas.
Se partía el sexto la vaina del pitón izquierdo, pese a lo que se mantuvo en el ruedo. No parecía que fuera un material propicio para poner broche de oro a una noche a la que a esas alturas ya se le podía pedir poco. Se le pidió que abreviara, pero insistió Aguado hasta que se convenció de que las opciones eran nulas. Este garbanzo negro no desluce una noche que, por muchos motivos, será recordada por años en Marbella.
- Plaza de toros de Marbella. Corrida de Candiles 2025.
- Se lidiaron seis toros de Garcigrande, correctos de presentación y manejables en general. El sexto fue el más deslucido del encierro.
- Morante de la Puebla: cinco pinchazos y media estocada baja (silencio) y estocada (dos orejas y rabo).
- Juan Ortega: estocada corta (oreja) y pinchazo y estocada desprendida (oreja).
- Pablo Aguado: estocada contraria (dos orejas) y pinchazo y estocada corta (palmas).
- Lleno de ‘no hay billetes’ en noche agradable.
- Al romperse el paseíllo se rendía un homenaje al ganadero Pedro Trapote.
- Saludó Curro Javier tras banderillear al cuarto de la tarde.
- El subalterno Diego Román Jiménez fue atendido en la enfermería por un traumatismo en el miembro superior derecho tras la lidia del tercer toro. Presentaba deformidad, dolor e impotencia funcional en la muñeca derecha. Se le realiza reducción cerrada e inmovilizacion con férula antebraqueal, consiguiendo reducción de la deformidad. Se administra analgésico y es trasladado a centro hospitalario para estudio radiológico y posible cirugía. Pronóstico grave.
- Morante de la Puebla era atendido de una herida incisa en el parietal derecho. Presentaba contusión en el glúteo mediano de la cadera derecha. Era infiltrado con analgésico y anestésico intramuscular local. Pronóstico leve.